PASTELES DE BELEM
INGREDIENTES para 10 uds.
- 500 ml de leche
- 50 ml de nata
- 50 gr de maicena
- 150-180 gr de azúcar
- 3 yemas de huevo
- Aromas: palo de canela, zeste de naranja o limón y esencia de vainilla o una vaina.
- 25 gr de mantequilla
- 250 gr de Hojaldre
ELABORACIÓN
Hacer
una crema pastelera, calentando casi toda la leche con la mitad del azúcar y
los aromas. Cuando haya hervido unos minutos, reservamos tapado en lugar
ventilado.
En un
bol dónde hemos reservado un poco de leche fría y el resto del azúcar añadimos
la maicena tamizada, remover y añadir las yemas, remover.
Añadir
al bol la leche del cazo colándola, remover la mezcla y colar otra vez al cazo
para poner al fuego lento removiendo frecuentemente con varilla para que no
agarre al fondo del cazo, la crema tiene que hervir ligeramente. Cuando espese
añadir la nata y remover. Retirar del fuego y añadir la mantequilla, remover
hasta verla fundida. Reservar.
Precalentar
el horno a 200ºC, estirar el hojaldre, cortar unos discos para colocar en los
moldes engrasados con mantequilla, hundir el hojaldre con un vaso pequeño para
que queden bien de forma.
Cargar
una manga pastelera y boquilla lisa con la crema, rellenar los moldes hasta un
tercio de su capacidad y hornear durante 15’-20’.
Espolvorear
glas y canela recién sacados del horno
HISTORIA.
Los “pastéis de
belem” o similares podréis encontrarlos por toda Lisboa y el resto de Portugal, y por supuesto
tienen una curiosa historia.
Actualmente se elaboran en la “Fábrica de los pastéis de Belem” con una receta secreta que guardan celosamente bajo llave y que
mantienen desde 1837.
A inicios del siglo XIX en Belem junto al Monasterio de los
Jerónimos existía una fábrica de caña de azúcar. En 1834, con la Revolución
Liberal, muchos conventos de Portugal fueron clausurados dejando a sus
habitantes en desamparo. Para subsistir algunos miembros del convento
pusieron en marcha un pequeño comercio anexo a la fábrica de caña, donde
preparaban los “pastéis de belem” con
una antigua y secreta receta procedente del Monasterio. Tres años más tarde
comenzó la fabricación de estos dulces de una manera más organizada y en mayor
cantidad.
Desde ese año continúan con la tradición y manteniendo la
receta original, algo que es muy meritorio y que otorga a estos dulces un valor
añadido.
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